jueves, 28 de febrero de 2008

La leyenda del perro amarillo



La cueva de la ilusión

Realizada por Byambasurem Davaa, directora de origen mongol radicada en Alemania, La leyenda del perro amarillo, es una fresca y deliciosa película que a la vez podría ser un excelente documental sobre una forma de vida en los grandes valles de la región de Altai, Mongolia. Después de haber filmado La historia del camello que llora, esta directora de 36 años presenta su último proyecto. Candidata al Oscar como mejor película de habla extranjera, La leyenda del perro amarillo es otra joya visualmente extraordinaria que revela su exquisitez artística y su visión del universo mongol.

Todo el mundo muere pero nadie está muerto, esto es lo que creen los Batchulum, una familia nómada compuesta del padre, la madre y tres hijos. Dos mujeres y pequeño muy travieso. La historia se centra en Nansal, la hija mayor, y Zochor, un cachorro, que encuentra en una cueva y su padre le prohíbe quedárselo por un arcano y real miedo relacionado con los lobos. No bien comienza el filme las cabras y ovejas de su corral son atacados por una manada de estos sanguinarios animales.

Este es el punto de partida para observar la vida tierna, sencilla, que destila paz, cuyos protagonistas son auténticos aldeanos, que viven en una casa redonda de pieles, desmontable y lista para adaptarse a todo tipo de terreno. Pasar el invierno en una parte de los valles y el verano en otra, es moneda corriente en este prototipo de familia.

Pero lo que mas caracteriza a esta película es la inmensidad, que según Gastón Bachelard es una categoría filosófica del ensueño y a la vez nuestra la propia intimidad. En esa vastedad todo es posible y la imaginación más productiva. Allí las leyendas y la tradición oral son la base de la educación. Nansal conoce “la leyenda de la cueva del perro amarillo” por el relato de una anciana sabia, del mismo modo como la propia directora lo recibió de su madre. Los niños en ese mundo mongol son educados en la tradición, la leyenda y la costumbre, en la creencia de la reencarnación, en Buda (una de las secuencias más deliciosas alude a esa creencia, cuando la hermanita le dije al pequeño que toma un Buda Sonriente: “Con Buda no se juega”), en la cultura del trabajo como forma de subsistencia, se les enseña a ser independientes siendo y atrevidos, aunque corran muchos peligros en la montaña, Por la situación global la campiña en casi todo el planeta va despoblándose. En este valle, las imágenes de modo muy velado muestran que, cada vez hay menos nómadas y resulta difícil contar con la propia protección y entre ellos mismos. Así que lejos de una sublimar el locus amoenus, ese bucólico lugar, paradisíaco y metafórico de la infancia que nunca se pierde, el filme esboza el conflicto entre dos tipos de sociedades la rural y la de la ciudad. Eso lo señala con la partida del padre en una moto y en final cuando pasa un camión parlante recordando que deben ir a votar. En cierto modo se plantea el problema de sobrevivir en la soledad del medio rural o ir a trabajar a una fábrica. Lo que no se cuestiona son los estudios y a pesar de no ser adinerados la familia envía a Nansal a la escuela.


El dispositivo fílmico es un alarde de técnica y austeridad. No hay planos gratuitos, la cámara está siempre en el lugar preciso, con un casi un único movimiento, exceptuando panorámicas y la steady, una grúa ascendente en el momento en que la madre parte a buscar a la niña y la veleta gira a toda velocidad. En las composición de las secuencias dominan los planos fijos, reposados, también planos generales muy abiertos de predominancia azul y verde y, por otro lado, momentos anaranjados del calor del hogar en los que la cámara discurre calma y se cierra en primeros planos que parecen diluirse de una forma mágica, como en el momento en que la abuela cuenta a Nansal la historia del perro, De igual forma hay una gran combinación entre un montaje sosegado y un montaje mucho más vertiginoso que permite crear la tensión en momentos determinantes: como por ejemplo el montaje paralelo entre el padre al galope y el niño acercándose a los buitres, el perro desatándose de la correa y corriendo hacia el niño a la vez que espanta a las aves. La banda de sonido es otra exhibición de preciosismo a través de la combinación e interrelación de las canciones tradicionales con el silencio, y la voz de la naturaleza proporcionando al conjunto exquisitas atmósferas.

Con un ritmo y tempo budista, casi de meditación, sin que por ello obligue al espectador a caer en el aburrimiento La leyenda del perro amarillo es una película hecha con gran oficio, cuyos encuadres parecen pinturas de los pintores franceses, Corot, Manet, Monet, Pisarro y el belga Marten Melsen, que buscaban una forma de representar a la naturaleza que no incluyera los ideales académicos clasicistas ni el frenético sentimiento romántico. A la manera de esos pintores Byambasurem Davaa dibujó la vida diaria de los campesinos mongoles, cruda, incultivada y primitiva, Capturando la vitalidad en escenas de trabajo y en momentos de recreación en los juegos de los niños.

En síntesis si el espectador desea disfrutar de una película hecha con inteligencia, buen gusto y refinada sensibilidad La leyenda del perro amarillo puede satisfacer esa necesidad, a la vez que le permitirá conocer otra cultura tan distante a la suya, en la cual el aire se convierte en un suave velo, y la luz colma toda la imagen Beatriz Iacoviello

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