miércoles, 27 de febrero de 2008

Los fantasamas de Goya


Eterno sueño de libertad

Los fantasmas de Goya (Goya s Ghosts, España-EE.UU., color; hablada en inglés). Dirección: Milos Forman. Con Javier Bardem, Natalie Portman, Stellan Skarsgard, Randy Quaid, Michael Lonsdale, José Luis Gómez. Guión: Forman y Jean-Claude Carrière. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: Varhan Bauer. Edición: Adam Boome. Presentada en DVD por Alfa. 113 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.

Los fantasmas de Goya (Goya´ s Ghosts, 2006) es la última producción de Milos Forman tras siete años de ausencia luego de haber realizado “Man on the moon” en 1999. La acción transcurre en España, a finales del siglo XVIII y principio del XIX. Narra la historia de un grupo de personas que coexisten en un momento extremo de convulsión política y cambios históricos.

A la manera de Tarkovsky, Forman, toma la realidad y las circunstancias sociales como protagonistas. Goya en este filme es un “voyeur” de la sociedad y, por lo tanto, el espectador también lo será, porque es desde su visión que conocerá los sucesos acaecidos en la España de 1792 a 1814, entrelazados entre realidad y ficción.

El punto de partida de Milos Forman, para esta película de intriga, poder y represión. es la Inquisición (Tribunal que aún hoy existe), tal vez porque la actitud represiva de la misma le recuerde situaciones semejantes de la Checoslovaquia comunista.

La historia es narrada a través de la subjetiva de Francisco de Goya (Stellan Skarsgård - Piratas del Caribe, El exorcista: el comienzo, Sin motivo aparente, La ciudad de los fantasmas, Última sospecha, Pasión por vivir, Deep blue sea, El indomable Will Hunting) al que Milos Forman lo presenta como un lúcido testigo de su época, como un cronista que revela a través de sus trabajos los agitados sucesos de una España decadente y en extremo fanática.

La trama se desarrolla durante los supuestos últimos años, visibles, de la Inquisición, continúa con la invasión del ejército de Napoleón a España y finaliza con la derrota de los franceses y la restauración de la monarquía española, lograda por el duque de Wellington que entró en territorio español con un fuerte ejército (la nota curiosa es que este personaje lo interpretó un hombre de la nobleza y “jet set” español: Cayetano Martínez de Irujo). En medio de la guerra el hermano Lorenzo de Cazamares (Javier Bardem- Huevos de oro- Jamón jamón, La teta y la luna, Tacones lejanos, Collateral, Mar adentro, Antes que anochezca, Pasos de baile, Entre las piernas, Los lobos de Washington, Segunda piel, El amor en tiempos de cólera), un oportunista y astuto miembro del Santo Oficio, se involucra con la joven musa de Goya, Inés (Natalie Portman León - Zona libre, V de vendetta, La venganza de los Sith, Algo en común, Closer, El ataque de los clones, A cualquier otro lugar, La fuerza del amor, La amenaza fantasma), cuando esta es injustamente acusada de herejía y enviada a prisión.

Francisco de Goya es uno de los pintores que reflejó magníficamente su tiempo y el que mejor se relacionó con su entorno, mostrando ya sea su ira o su amor por ciertos personajes y situaciones. En una primera etapa su visión fue fresca y amable al mostrar la vida cotidiana española. Más tarde su mirada se endurece al enfocar en Guerra de la Independencia Española (1808–1814) y sus cuadros trascienden de la representación patriótica y heroica para crear una salvaje denuncia de la crueldad humana. Entre 1797 y 1799 dibujó y grabó al aguafuerte la primera de sus grandes series de grabados, Los caprichos, en los que, con profunda ironía, satiriza los defectos sociales y las supersticiones de la época. Otras series posteriores, como Los desastres de la guerra (Fatales consecuencias de la sangrienta guerra en España con Bonaparte y otros caprichos enfáticos - 1810), y Los disparates (1820–1823), presentan comentarios aún más cáusticos sobre los males y locuras de la humanidad. En 1814 realizó “El 2 de mayo de 1808 en Madrid: la lucha con los mamelucos” y “El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío” (ambos en el Museo del Prado). Estas pinturas reflejan el horror y el dramatismo de las brutales masacres que tuvieron lugar en Madrid durante la guerra a manos de grupos de soldados franceses y egipcios (mamelucos). Ambas están pintadas, como muchas de las últimas obras de Goya, con gruesas pinceladas de tonalidades oscuras matizadas por refinados toques de amarillo, ocre y carmín.

Dentro de esa tonalidad se desarrolla la estética de Los fantasmas de Goya, en la que el diseño de producción de Patrizia von Brandenstein y dirección artística Eduardo Hidalgo - Ana Viana, y decorados de Emilio Ardura, lograron reflejar casi con exactitud el universo pintado por Goya en sus cuadros, murales y grabados. Lo mismo sucede con el diseño de vestuario de Yvonne Blake.

Del mismo modo que en Amadeus centró la frustración, mediocridad, envidia y odio en Antonio Salieri como contrapartida de Mozart, en este filme la sombra de Goya es el hermano Lorenzo en sus intenciones de querer cambiar el mundo desde su mirada tan apegada al poder (como la de tanto trepadores que usurparon países, reinos y destinos en todo el planeta), primero como inquisidor y luego como ministro de Napoleón.

En Los fantasmas de Goya se habla de amor, hipocresía, ideales, comportamientos..., en situaciones y tiempos difíciles, pero ante todo habla de la capacidad de un hombre para ver todo aquello y plasmarlo en su obra. A través de la excelente fotografía, a cargo de Javier Aguirresarobe y la banda sonora de Varhan Bauer , casi testimonial, que resalta con intensidad las escenas con alta carga dramática, o aquellas en las que se pretende dar un toque cómico

Los fantasmas de Goya se estructura en dos partes explícitamente diferenciadas tanto por su contexto (antes y después de 1808), como por el comportamiento de los personajes. No obstante el mensaje que Forman pretende transmitir: la esperanza de una libertad verdadera, es el denominador común en ambas. El atributo que Forman le da a esa libertad es la antítesis a los métodos de la Iglesia, y también más tarde los aplica al proceso de la Revolución Francesa, y a los estragos que hizo en España la invasión Napoleónica. El realizador en ese sentido utiliza las pinturas del visionario Goya para demostrar que todo proceso de imposición dictatorial es inválido por servirse del horror como instrumento para mantener el poder. En la segunda mitad, se enfatiza en el lado humano del artista para ilustrar esa esperanza, ya que relega a un segundo plano el universo pictórico para dar relevancia a la figura femenina, tal y como lo hizo con Constanza en Amadeus.

Desde el punto de vista de la crítica es inevitable realizar una analogía entre Goya, excelentemente encarnado por Skarsgård, y Milos Forman, éste prácticamente se identifica con el personaje del pintor, expresando su histórica lucha contra el nazismo y el comunismo de su Checoslovaquia natal utilizando el retrato mordaz que Goya realizara de los líderes de su tiempo, lo que confiere al filme dimensión crítica, no sólo con la primera mitad del siglo XX, sino hasta nuestros días.

En todo momento Goya para Forman es el que encara la búsqueda trascendental de la libertad, mientras que en lo dramático era necesario colocarlo en el rol de observador para permitir que la trama secundaria se desarrolle mediante las espléndidas actuaciones de Portman y Bardem. Ambos realizan una representación impecable, logrando hacer valer su interpretación como auténtico vehículo narrativo y a la vez emocionar al espectador en las escenas de mayor intensidad emotiva, en las cuales no se retaceó ni crudeza ni crueldad, porque la realidad, suponemos, del nazismo y el comunismo que Forman indirectamente ha querido reflejar, deben haber sido peor.

En la última media hora Forman parece entrar en la variante crítica de “Ragtime” y presentar al espectador el choque de los ideales enfrentados de uno y otro bando. Es en ese momento cuando Goya se desgarra para mostrar la punzante tragedia de la sociedad en la que le tocó vivir.

En los minutos finales una cruel canción infantil deja al público la visión de una España que danza al son del sistema político de turno. La fiesta de los locos adquiere relevancia y los muertos caminan sin destino, mientras que detrás suben la cuesta los valores e ideales de una libertad que aún continúa siendo una utopía. Milos Forman en ese pasaje muestra con un pincelazo una instantánea de amarga y devastadora belleza de esta realidad, de este mundo que no cambiará en esencia, porque es el ser humano el que no puede abandonar sus ambiciones y desmedido afán de poder. Beatriz Iacoviello.

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