Cine Argentino y
Europeo a la orilla del mar
El festival de Pantalla Pinamar se caracteriza por presentar curiosas, a veces extrañas, cintas europeas,
extranjeras y otras rarezas argentinas.
En esta ocasión se exhibieron
varios films, no se puede escribir sobre todos, pero sí sobre los que
más me interesaron no sólo por sus facturas sino por sus contenidos, como en el
caso del film alemán:
“Der Mann
Der Über Autos Sprang” (El hombre que saltaba los autos-2010) de Nick Baker
– Montey, que ganó el premio al Mejor Guión en el festival Max Ophüls,
2011. Es la historia de un joven que
escapa de un hospital psiquiátrico para iniciar un viaje a pie hasta Berlín, y
así evitar la muerte del padre de su mejor amigo. El filme toma la idea de un
road movie como viaje iniciático en el que Julián (Robert Stadlober) va
desgranando su filosofía de vida a quienes se pliegan a él, como séquito de un
rey sin corona. Ya sea por su encanto o por su modo tan particular de persuadir, dos mujeres: una joven ama de
casa, Ruth, cansada de la rutina y con un marido e hijos que no le dan el lugar
en su espacio familiar y la otra una médica frustrada, Dra. Julianne, lo acompañan en la travesía a la vez que su
modo de ver la vida va modificándose a medida que se acercan al destino. Otro
de los personajes un policía, Jan, que
también posee una vida poco agradable, de constantes litigios con su mujer y compañeros de oficina.
Jan persigue al joven hasta lograr detenerlo
y regresarlo al hospital. Julián, “El
hombre que saltaba los autos”, por instantes nos acerca a Rantes, en “Hombre mirando al sudeste”, y Nick Baker – Montey deja entrever un
leve parentesco con la película de Eliseo Subiela, sin ser semejante. “Deer
Mann Über Autos Sprang”, es
un filme distinto, en el cual se le da importancia al otro, al semejante, en el
que se reflexiona sobre el modo de vida de la sociedad del siglo XXI, sobre el
valor prioritario del dinero anteponiendo el mercantilismo al corazón, en el
que se dejan de lado valores como la amistad o el amor. Este dentro de Pantalla
Pinamar fue uno de los films que más incitó al espectador a realizar una introspección desde el punto de vista metafísico.
“Under
Dir, Die Stat (Debajo de ti la ciudad - 2010) de Christoph Hochhausser, fue
otro de los films alemanes que se ocupa del otro, en cómo se puede manipular la
vida de los demás por el sólo hecho de ejercer el poder a través del dinero y
las influencias. Una sola persona puede modificar nuestro entorno y éste puede
tornarse desquiciante en la fracción de un segundo. En “Debajo de la ciudad” se
cuenta la historia de un hombre Roland Cordes (Robert Hunger- Buhler),
banquero, que se obsesiona con la mujer, Svenja (Nicolette Krebitz), de uno de
sus empleados hasta sacar a éste del medio enviándolo a Indonesia. Entre ellos
se crea un vínculo enfermizo del que no pueden escapar. La pasión prima en este
caso antes que el amor y la pulsión de obtener lo que se quiere a toda costa
antes que la de los sentimientos. Este es uno de los filmes donde la
arquitectura juega un rol importante y
los imponentes edificios de hierro y cristal son metáfora de lo despiadado y
hueco que puede ser el mundo de las finanzas.
“Le gamin
au veló” (El chico de la bicicleta-2011) de Jean- Pierre y Luc Dardenne, se
interna en el mundo de un chico preadolescente que trata desesperadamente de
encontrar a su padre. En este filme la
narrativa es sencilla y hasta casi lineal, su, ritmo que no decae y va creciendo a través de puntos de giro bien
encadenados. Una vez más los hermanos
Dardenne continúan con su línea realista que se aproxima a la gente común ,
trabajadores de distintos oficios , profesionales y especialmente a los jóvenes
que buscan salida a sus tormentosas vidas,
En esta película nos presentan a Cyril (Thomas Doret) un muchacho problemático
que naufraga en un mundo adulto el cual le brinda dos posibilidades: la calle
con su indiferencia, proxenetas, traficantes,
odio y desamparo, mientras por otro lado le ofrece afecto,
educación y protección. La sociedad como un obstáculo peligroso es lo
que se antepone en forma permanente entre él y su padre. En esa encrucijada deberá elegir qué camino tomar y tomar la
responsabilidad de su decisión. Cyril
comienza a madurar y se percata de lo que le conviene hacer para evolucionar,
pedir perdón y aprender a defenderse.
“Mlyn I krzyz” (“El Molino y la Cruz”
2011) de Lech Majewski. Una realización bella y exquisita como pocas,
que trata de la escenificación del cuadro “Cristo cargando la cruz”,
del pintor flamenco Pieter Brueghel, y que se basa en el libro del
historiador Michael Francis Gibson. Le tomó a Majewski tres años
para completar la película. Fue un trabajo que requirió paciencia e
imaginación, así como el uso de nuevas tecnologías y los efectos CG en 3D.
Estuvo tres años pasados tejiendo un enorme tapiz digital compuesto
por capas y capas de perspectiva, fenómenos atmosféricos y pueblo
en sus diferentes clases sociales.
“El molino y la cruz” invita al espectador a
reconstruir, a partir de los dibujos preparatorios de Brueghel, un
cuadro que refleja el sentido profundo de sociedad del siglo XVI. El director a
través de Ruter Hauer (su alter ego y también del pintor) siguió
los consejos que el artista especificó en bocetos, y trasladó las
imágenes a la pantalla, junto una historia épica de coraje, rebeldía y
sacrificio. Como un detective en un camino de pistas, busca desentrañar
el lenguaje oculto de los símbolos.
Brueghel era, y sigue siendo, el filósofo más sabio entre
los pintores. En la mayoría de sus obras se esforzó en ocultar lo evidente
mediante la plantación de las distracciones en otro lugar. Lo oculto debe ser
palpable - era su estratagema para mostrar la quintaesencia del sufrimiento-.
Es decir, mostrar aquello por lo que nadie se preocupa… La víctima se queda
sola, abandonada, olvidada, a merced de
los cuervos... Los otros tienen que vivir sus vidas y de alguna manera sacar el
máximo provecho de ellas. Hay otros temas en “El Molino y la Cruz”,
y es que sólo un artista puede detener el tiempo, capturar el momento
e inmortalizarlo. Pero nada es más importante que lo oculto, porque allí
se halla la esencia de la Verdad. Uno de los artistas más atrevidos e
inspirados de hoy y de los directores de cine, Lech Majewski
traduce el camino del Calvario en el cine, invitando al espectador a vivir
dentro del universo estético de la pintura en el momento en que se está
creando. Como varios temas se dan en el marco de la película (y del cuadro),
y esto le permite al espectador ser testigo de la captura de fragmentos
de Brueghel de sus historias desesperadas en su lienzo en "themaking".
El tema central que aparentemente parece poco visible es la
sangrienta represión de la Inquisición española frente a la
reforma protestante en los Países Bajos. La película ofrece una meditación
dinámica entre el arte y la religión, como así en los procesos en curso,
en las diferentes capas de la narración colectiva y la reinterpretación. “El molino y la cruz” es también
una fiesta de impresionantes efectos visuales, una alegoría de provocación y un
tour de force cinematográfico sobre la libertad religiosa y los derechos
humanos, sobre los derechos del individuo y el poder.
“Les Femmes Du 6éme. Étage” (Las mujeres
del 6° íso-2010) de Philippe Le Guay. En
los años 60 Fabrice Luchini (Jean-Louis Joubert) corredor de bolsa,
formal y atrapado en la telaraña de las
leyes sociales, avizora que existe otro mundo sobre su cabeza. En el viejo
edificio donde habita, también viven un grupo de españolas que trabajan en
Francia para enviar dinero a sus pueblos en España. Comedia muy bien
construida, que provoca la risa fresca a la vez que ejercita la sátira mordaz
hacia el mundo actual, con la invasión de extranjeros que paulatinamente van
desplazando de los trabajos más duros a
los franceses. Descubre también que la alegría puede formar parte de su vida y
se aferra a ella enamorándose de una jovencita a la que persigue hasta España.
“Tournée”
(De gira-2011) de Mathieu Amalric. “Tournée” no solo es un road movie, de unas artistas del burlesque, que
van en busca del éxito o de ganar dinero. Es el periplo grotesco de un grupo de
mujeres, que se unieron a un empresario que debe luchar por sostener su
familia, y a la vez conseguir contratos para financiar la empresa. Con los
acordes y aullidos de Have Love Will
Travel, en la versión de The
Sonics, Mathieu Amalric abre el telón
de esa
troupe, representada por un grupo de exuberantes y voluptuosas
bailarinas, circenses y
fellinianas, de New Burlesque proveninete de los Estados Unidos. El protagonista Joaquín es un antiguo productor televisivo luego de
buscar fortuna en Norteamérica, regresa
a Francia acompañado por una troupe de reinas del cabaret. Interesante cuarto largometraje como director del actor
Mathieu Amalric, que define el new
burlesque, “un instrumento femenino concebido para reconquistar un imaginario
erótico tradicionalmente dominado, y moldeado, por la mirada masculina".
Lo curioso de “Tournée” es el modo descentrado de encuadrar y trasladar al montaje cierta
imperfección que a la vez es un canto de libertad que rompe con las estructuras
fijas impuestas por la estética Aristoteliana. La decadencia y el ridículo se
van desgranando sobre una geografía discontinúa, errática y no tangible. Todo en este filme es obvio,
es decir se conoce de ante mano lo que sucederá, todo mira hacia afuera, nada
es personal todo es compartido. Todo es efímero e inconsistente. “Tournée” no
muestra personajes fracasados sino más a
un grupo de personas que se aferran a glorias pasadas, pero que éstas solo
existen en sus imaginaciones. Los personajes son marginales
y desamparados, no hay redención para ellos, y terminarán en el más
absoluto aislamiento social, pero aún así son entrañables.
“La
Revolución es un sueño eterno” (2010) de Nemesio Juarez. La historia se centra en los acontecimientos
ocurridos en el Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810 y en el frente del Ejército Expedicionario
del Norte, donde se desempeñó como
representante de la Primera
Junta, Juan José Castelli (Lito Cruz).
El filme es un viaje hacia los recónditos recuerdos de Castelli, que con
un cáncer en la lengua, permanece mudo, ya que la realidad lo asesina más que su propia enfermedad. Basándose en el relato de Andrés Rivera, que a su vez
tomó los diarios, de tapas rojas, de Castelli y los transformó en novela,
Lidia Paulucci y Nemesio Juárez trazaron
el itinerario de la historia, poco conocida, de uno de los próceres de la
Revolución de Mayo. Castelli se preguntaba: ¿Qué nos faltó para que la utopía
venciera a la realidad? ¿Qué derrotó a la utopía? ¿Porqué, con la suficiencia
pedante de los conversos, muchos de los que estuvieron de nuestro lado, en los
días de mayo, traicionan la utopía? ¿Escribo de causas o escribo de efectos?
¿Escribo de efectos y no describo las causas? ¿Escribo de causas y no describo
los efectos? Todos los revolucionarios intuyen que “la revolución apenas nace
fracasa”, eso le hace decir Alejo Carpentier
a Esteban, el personaje del Siglo de las luces, y de otro modo lo dice
Castelli en ese cuestionamiento que hace
a sus contemporáneos. “La
Revolución es un sueño eterno”
intenta mostrar a una figura que murió pobre (como Belgrano y otros) y
que resignó su vida en aras de un ideal superior, que no logró concretar porque
la realidad lo fustigó hasta acorralarlo en la más absoluta soledad, para luego
llevarlo hacia una terrible muerte. En todo momento Castelli se aferra a determinados elementos que transitan entra la paz y las batallas:
como los Evangelios, las velas, el día nublado (pocos son los que aparece el
sol) y las pistolas. En “La Revolución es un sueño eterno” es la imagen que la que habla a través del drama que descubre.
“Tatarak” (El junco-2009) de Andrzej Wajda. Es una curiosa película del realizador polaco
en la que entrelaza realidad-ficción , y cine dentro del cine, en donde es
posible verlo a él dirigiendo algunas secuencias. En este tipo de metacine encontramos como realidad y arte se entrelazan
en un enigmático juego de sutilezas. En sus primeras versiones del guión Wajda
intentó adaptar el cuento “Tatarak” de Jaroslaw Iwaszkiewicz, que trata sobre
Marta (Krystyna Janda), una mujer que vive en el campo con su marido médico,
ambos perdieron sus hijos en el levantamiento de Varsovia. Marta tiene un cáncer y le queda poco tiempo
de vida, el doctor (Jan Englert) lo sabe, pero trata de
ocultárselo. En su historia personal aparece Bogus (Pawel Szajda) un joven
torpe y despreocupado que hace aflorar en ella una pasión incontenible, mezcla
de amor maternal y atracción física.
A pedido de Wajda,
luego de varios años Krystyna Janda, su protagonista en “El hombre de mármol”, interpretó el rol principal. El esquema del guión coincide con la realidad
de Krystyna, ya que su esposo Edward
Klosinski (conocido director de fotografía) muere de un cáncer terminal. Todo el sufrimiento
que padeció sobre esa enfermedad la actriz lo plasmó en escritos y fueron incorporados a la película, proporcionando un recorte dentro del filme en
el que lo real y lo imaginario se mimetizan.
Wajda consigue con originalidad introducir el esquema de cajitas chinas
en esta película, y a la vez no distraer al espectador, que sigue dos tramas
paralelas. Su narración estimula todo tipo de emociones, permite entender el
dolor de la ausencia y también provoca una saludable catarsis. “Tatarak” en esa mezcla de literatura,
realidad y arte se transmuta en una
metáfora de los azares de la vida, del
tiempo que se escapa, del amor en sus versiones maduras y juveniles, de la
resignación, el llanto, la risa y el dolor, y en todo lo que compone la
cotidianeidad y el misterio del más allá.
En Pantalla Pinamar se vio lo mejor, lo bueno y lo
no tan bueno, pero una vez más se estrecharon lazos de confraternidad y la
alegría de compartir ciertos estados del alma, apoyados por una cinematografía
que reveló la profundidad de la vida en espectáculos, y que por más corrientes
que fueran, ante nuestros ojos se convirtieron en símbolo. ****************** Beatriz Iacoviello
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