Típica película pochoclera
Los conflictos bélicos que mantiene en estado de alerta a gobierno y población de los Estados Unidos, son sistemáticamente trasladados al cine desde muy disímiles propuestas. La última variante es: Puntos de vista (Vantage Point), cuya traducción original sería Posición ventajosa, en donde se narra desde la mirada de varios testigos, involucrados en la acción, el secuestro y muerte del presidente del país más poderoso.
Pete Travis es un realizador que proviene de la televisión y la dirección de sus variados programas así lo demuestran (Omagh (2004) (TV), Henry VIII (2003) (TV), "The Jury" (2002), "Other People's Children" (2000) TV series (unknown episodes), "Cold Feet" (2 episodes, 1999), Life, Love & Everything Else (South Africa: English title) - Episode 2.6 (1999) TV episode - Episode 2.5 (1999) TV episode). Puntos de vista es su primer largometraje y en él ha volcado toda su experiencia televisiva. De tal modo que ha recreado ese formato en su película y las secuencias se transforman en episodios, y los puntos de vista, que se muestran, se asemejan a pequeñas capsulas de un programa informativo. El guionista Barry L. Levy, proviene del área de la producción (Kung Fu, Black Irish, Zolar (TV), y “Vantage Point” es su primer guión.
Director y guionista son dos debutantes en el territorio del largometraje y eso es lo que el espectador apreciará, ya que la propuesta adolece de estructura y consistencia. Casi todas las críticas han coincidido en que se quiso emular el filme "Rashomon", la influyente película del maestro Akira Kurosawa, pero creemos que sus creadores si recibieron alguna influencia son más bien del cine B americano. En “Rashomon” hay cinco versiones de la misma anécdota, pero el punto de vista más importante pertenece a Kurosawa, es decir el cineasta posee una posición ventajosa y es justo esa la falla de esta propuesta.
¿Justifica el proyecto el espectacular despliegue de trucos, carreras y efectos especiales para contar esta historia? , es obvio que no. Pero como en los últimos años se ha puesto de moda la utilización de esquemas no lineales en la mayoría de las producciones independientes, es posible que guionista y director hayan pensado que esa línea los proyectaría a ser candidateados a algún premio académico. Lo peor es que Pete Travis en su necesidad de ser efectista, en las escenas de acción cae en la vulgar e irrisoria imitación de Paul Greengrass (“El mito de Bourne” y “El ultimátum de Bourne"). Mientras que el compositor Atli Örvarsson tampoco ayuda a equilibrar los despropósitos del realizador, ya que no consigue crear un sonido armónico, sino ruidosas musicalidades, para acompañar el desarrollo del filme.
Las interesantes ideas del director, que por momentos las tiene, se pierden en un fárrago de imágenes que se superponen unas con otras y saturan al espectador hasta el hartazgo con sucesivos “flash back”. El filme se inicia con la llegada del presiente de los Estados Unidos a una conferencia internacional sobre la paz y en contra del terrorismo, el punto de reunión y comienzo de la acción es la Plaza Mayor de Salamanca (muy bien recreada en el Estado de Puebla- México).
Durante la cumbre en la que la mayoría de los presidentes, jeques o emires del mundo se reúnen para unificar criterios a fin de solucionar el flagelo de la lacra terrorista, el presidente de los Estados Unidos (Willam Hurt) es alcanzado por un francotirador y el podio estalla de un bombazo en mil pedazos, con las consecuentes carreras de ambulancias, patrullas y gente. A partir de allí la cámara se internará en el trágico acontecimiento desde la mirada de los implicados en el hecho: dos agentes del Servicio Secreto Dennis Quaid y Matthew Fox, el infaltable turista (no japonés) con su cámara fotográfica Forest Whitaker, un pseudo policía local, Eduardo Noriega (Lobo), un equipo televisivo encabezado por Sigourney Weaver... ( su actuación se pierde en el fárrago de las escenas y la subtrama que protagoniza no posee final). Es indudable que nunca se sabrá porque figuras como las anteriormente mencionadas, de trayectorias impecables, acompañadas por otras aunque de menor rango igual de efectivas: Richard T. Jones, James LeGros, Zoe Saldana, Bruce McGill o Edgar Ramírez, se hayan prestado a colaborar en una película tan mediocre.
Uno de los mayores problemas de este filme es que es demasiado localista, y en vísperas de elecciones todo vale para mantener aterrado a los americanos que se levantan con miedo y se acuestan con terror. Pero es el típico producto yanqui complaciente, pueril e ideal para pasar una tarde de lluvia comiendo pochoclos.***** Beatriz Iacoviello
(publicada en Elrincón del cinéfilo.com.ar)